lunes, 26 de octubre de 2020

ACTIVIDAD 14: WAREHOUSED (ALMACENADOS). 2015



ACTIVIDAD 13: LA INVESTIGACIÓN FORMATIVA Y SU APLICACIÓN A LA MÚSICA

Es una investigación cuyo objetivo principal es la adquisición o demostración de conocimientos por parte de un estudiante en un contexto de formación académica determinado. Son las investigaciones que hacemos para trabajos escolares, tesis o tesinas. Esta modalidad no pretende producir conocimientos nuevos, puesto que su función es formativa y evaluativa. Tampoco es evaluada por la comunidad científica sino por la institución en que es presentada (la facultad o escuela donde realizamos los estudios) y a partir de sus propios criterios. Este tipo de investigación no es necesariamente pública, ya que su principal objetivo es la formación de su autor. Sin embargo, muchas instituciones publican en la red algunas de sus mejores tesis y trabajos finales de carrera.

Como señalamos anteriormente, para que una curiosidad, duda o pregunta se convierta en un verdadero problema de investigación, hay que formalizarlo: es necesario leer lo que se ha escrito sobre el problema, hay que usar terminología y conceptos técnicos y teóricos e incluso hay que realizar pesquisas sobre el terreno antes de comenzar a proponer problemas de investigación formales. En otras palabras, hay que realizar una investigación previa para adquirir el conocimiento necesario para construir preguntas de investigación formales. A este trabajo previo le llamamos investigación organizativo-preliminar.

Por ejemplo, supongamos que nos interesa investigar los procedimientos de fusión entre el flamenco y el jazz en un determinado estilo, grupo o artista. ¿Seguro que nadie ha investigado nada sobre ello? Y para comenzar a formular preguntas de investigación solventes ¿no deberíamos antes leer sobre historia del flamenco y el jazz, reseñas de discos recientes, escuchar muchos discos e incluso realizar alguna entrevista?

Este tipo de investigación consiste principalmente en el rastreo de material bibliográfico sobre un tema. No produce conocimiento, sino que hace accesibles recursos de información para la investigación científica. Suele formar parte de fases previas de la pesquisa, aunque en ocasiones puede ser un fin sí misma. En nuestro ejemplo, coincidiría con la búsqueda de libros, artículos académicos, criticas, artículos generales sobre la fusión entre jazz y flamenco. Comprendería además la recopilación y estudio de grabaciones de video, audio, programes de tv, entrevistas, etc.

Dr. Rubén López Cano - Metodología de la investigación del Flamenco, ESMUC (2014)

ACTIVIDAD 11: SOBRE EL CONCEPTO DE PARTICIPACIÓN EN EL AULA

Sobre el concepto de participación en clase, entendido como un privilegio heredado del sistema democrático sobre el que se sustenta el propio sistema educativo, debemos apuntar que este ha tomado un cariz más semejante al funcionamiento de las redes sociales que a un ejercicio responsable del derecho de expresión humana. 

Opinar. De eso se trata siempre que nos referimos a participación como un hecho extraordinario dentro del aula, puesto que damos por hecho que la participación mínima que se requiere en cualquier proceso de enseñanza aquí se sobreentiende. El educador pregunta y el educando responde. Este hecho no es diferencial ni extraordinario; es más, se considera lo más básico del aprendizaje. El profesor enseña (participa) y el alumno aprende (participa del aprendizaje y participa en la demostración de lo aprendido con exámenes, por ejemplo). Todo aprendizaje es en sí mismo una participación en tanto en cuanto lo consideramos como un ejercicio de racionalismo; una acción en si misma. Es más, lo que podemos considerar como la mayor de las pasividades, la mera escucha, es también en cierta manera una forma de participación. La consciencia de estar escuchando algo es un ejercicio de participación de la realidad escuchada.

Por lo tanto cuando en el ámbito de la educación nos referimos al concepto de participación, estamos en realidad refiriéndonos a un grado, no a una cualidad. Es más bien una calidad e incluso una cantidad. "Más participación del alumnado mejor desarrollo del proceso educativo". Y volvemos a referirnos al ejercicio de opinar como un "valor" y casi como una obligación. El alumno debe participar con su opinión, manifestar que está de acuerdo o no con el profesor; participar de la gestión de su propia educación. Tomar parte de todo lo que ocurre dentro del ámbito académico a pesar de que la escuela sea en si misma una imposición. Todo por el pueblo pero sin el pueblo es lo que encierra el fomento de la participación por parte del profesorado. Pero ¿de que participación estamos hablando? ¿De una participación controlada y delimitada? ¿Un espejismo de capacidad de decisión que da al alumno una falsa sensación de estar siendo parte activa del sistema educativo?

Es un engaño manifiesto. El sistema impone qué se enseña y cómo se enseña. La estructuración y jerarquización del sistema educativo no es algo aleatorio, y pretender cambiar o compartir los roles del profesor y del alumno, como si este último tuviera tanta decisión como el primero. Y desde luego la participación no es una opción excesivamente relevante. Es más bien un señuelo de madurez que se entrega al niño o adolescente para que este se sienta grande y poderoso. El poder (bien sea verdadero, simbólico o falso) es algo ciertamente estimulante. Y quizás así se es más eficiente dentro de eso que llamamos educación secundaria obligatoria. Porque ¿no es la obligación un rotundo ejercicio de participación?

 

domingo, 25 de octubre de 2020

ACTIVIDAD 9: SOBRE LOS PROBLEMAS DE LA DEFINICIÓN GRUPAL DEL CONCEPTO DE EDUCACIÓN


Como grupo se han planteado varios problemas a la hora de llegar a un consenso en lo que a definición de educación se refiere. 

La más importante de estas discrepancias ha venido dada por la definición de valores. Para la mayoría de los miembros del grupo existen una serie de valores universales que han de ser contemplados, protegidos y garantizados por parte de la educación. Esta concepción religiosa del mundo no es compartida por un servidor, quien considera que los valores no pueden ser ni universales ni comunes a todos los individuos, puesto que son en realidad una conformación individual; una jerarquía que delimita el propio individuo desde su libertad genitiva.

Tampoco se debe confundir derechos y valores. La libertad, por ejemplo, es un derecho inherente al ser humano, no un valor que ha de ser garantizado; para ello ya existe un conjunto de leyes encargadas de tal empresa. Ocurre lo mismo con la igualdad o la diversidad; no son valores, sino más bien categorizaciones particulares que no son buenas o malas por sí mismas, sino que deben estar enmarcadas dentro de un sistema ético  y moral que las justifique como buenas o malas. 

También surge cierta discrepancia con el mal entendido concepto de tolerancia, que es tomado como un valor virtuoso y no como un concepto carente de sentido, totalmente contradictorio, que encierra en si mismo la mayor de las intolerancias: se tolera únicamente aquello que no tiene para nosotros excesiva relevancia o aquello que no se considera lo suficientemente importante como para que llegue a alterar o modificar los patrones conceptuales que rigen y condicionan nuestra propia experiencia vital. Solo toleramos a aquel a quien no consideramos como rival intelectual, porque en el fondo ni siquiera lo respetamos como individuo competente capaz de transformar nuestro sistema de pensamiento. 

La creación de un ideario de valores "universales" supone la anulación misma de la libertad que tiene un individuo para delimitar cual es el valor propio de su individualidad. 

ACTIVIDAD 8: SOBRE LOS DEBERES COMO ACCIÓN EDUCATIVA


Los deberes dentro del marco del sistema educativo son actividades propuestas desde el educador hacia el educando con el propósito de que este último adquiera y aplique una serie de conocimientos y procedimientos específicos que la comunidad científica y educativa consideran básicos y necesarios para el dominio teórico-práctico de un determinado área del saber humano. 

Este proceso se lleva a cabo en primer lugar a través de una propuesta consciente por parte del educador, basada en la exigencia profesional y en un criterio responsable, y en segundo lugar por parte del educando, a través de unos mecanismos racionales que se han de llevar a cabo mediante el trabajo individual y autónomo dentro del ámbito privado. 

Los deberes suponen por tanto un compromiso ético y profesional por parte del profesor y son un reto intelectual asumible por parte del alumno, a fin de que este desarrolle ciertas capacidades humanas necesarias, no solo para el futuro desarrollo profesional, sino también para el crecimiento personal dentro de la vida en sociedad.

miércoles, 14 de octubre de 2020

ACTIVIDAD 5: SOBRE LOS PELIGROS DE LA TOLERANCIA


La tolerancia es en sí mismo un concepto carente de sentido, y solo puede cobrar algo de significado cuando es atravesado o envuelto por otras ideas, como la de intolerancia, que es de hecho la más importante de todas ellasPor lo tanto podemos definir la tolerancia como la intolerancia de la intolerancia; dicho de otra forma, la tolerancia es en esencia la negación de la intolerancia. Para entender esta paradoja algo mejor, podemos establecer una similitud con la equivalencia algebraica de – x – = +, o con la tan conocida construcción sintáctica “los amigos de mis enemigos son mis enemigos”.

La tolerancia no es en ningún caso una virtud en sí misma, al igual que ocurre con otros conceptos como el de sinceridad, solidaridad o coherencia. De hecho, ninguno de ellos posee un valor universal capaz de funcionar en abstracto; más bien son funciones que deben concretarse según ciertos parámetros éticos y morales bastante bien delineados dentro de la sociedad en la que operan. La solidaridad de Robin Hood era loable sólo para aquellos que se beneficiaban de ella; la violencia de una banda terrorista no tiene para la sociedad ningún sentido o justificación, pese a que la coherencia ideológica sea el valor más elevado de tal empresa. Con la sinceridad ocurre lo mismo; ser sincero es una virtud únicamente en función de aquello sobre lo que nos sinceramos y preferiblemente si tenemos en cuenta ante quien nos sinceramos. De lo contrario nuestra estimada sinceridad puede llegar a ser bastante dañina para la persona hacia la que va dirigida y como consecuencia puede convertirse en una importante fuente de conflicto social.

Volviendo al concepto de tolerancia, podemos decir que su función es aleo-relativa y no reflexiva, es decir, no se da con uno mismo sino con respecto a algo o alguien extrínseco. Todo va a depender de qué o a quién toleremos. De esta forma estimamos como algo virtuoso el ser tolerante con el tolerante, pero consideramos deleznable adquirir una postura tolerante con el que es intolerante. Además, la tolerancia necesita de cierta anticipación, e incluso del conocimiento de que ciertos comportamientos pueden provocar una situación que no ha de ser tolerada. Es la tolerancia por tanto un estado permanente de alerta hacia la manifestación de ciertos rasgos de intolerancia y por lo tanto ni siquiera la tolerancia se tiene como objeto así misma, porque su centro referencial vuelve a ser de nuevo la intolerancia.

Así pues la tolerancia como arma contra el mal supone un nuevo conflicto filosófico, y aquí nos vemos obligados a hacer referencia a la tesis Santo Tomás, y decir que el mal puede ser un bien en función de otros males. Dicho de otra forma, un mal puede ser considerado bueno entre otros males si es en esencia el menor de todos ellos; es lo que denominamos comúnmente como un “mal menor”. La tolerancia es por tanto la posibilidad de retirar la influencia causal y maligna que alguien tiene sobre mí o la capacidad de frenar al otro para así evitar un mal mayor.

Por todo ello podemos afirmar que la tolerancia resulta del conflicto de intolerancias y que es además un concepto asimétrico en tanto en cuanto un individuo solo puede ser tolerante con algo en la medida en que ese algo puede ser suprimido de su vida, es decir, en función de lo prescindible que sea el propio objeto de tolerancia. De hecho, si ese algo no se puede suprimir, no hay lugar para la tolerancia puesto que no hay alternativa posible. Es por ello que para Goethe la tolerancia es sinónimo de agravio, ya que no puedo tolerar cuando no tengo posibilidad o capacidad de exigir lo contrario. De esta forma, podemos decir que la idea de tolerancia no surge como una virtud (como se cree a partir del XIX), sino más bien como el resultado casi mecánico de resistencias ante la opresión de la intolerancia.

La tolerancia tiene además una función aleo-relativa y no reflexiva; no se da con uno mismo sino con respecto a otros, es decir, entre dos o más agentes operatorios. Es por ello que en un plano institucional nos referimos al sentido de tolerancia dentro del marco social que delimita un estado confesional como el nuestro. La iglesia católica, por ejemplo, es la religión oficial y sin embargo se tolera el culto de otras religiones. La tolerancia no es por tanto opcional ya que el propio estado garantiza la libertad de credo y por ende la práctica de costumbres asociadas a él. Por lo tanto la intolerancia hacia el que profesa otra religión es insustancial e innecesaria en tanto en cuanto esta se diluye dentro del marco legal de nuestro sistema democrático que la autoriza.

En un plano más individual la tolerancia se manifiesta de forma pasiva como la indiferencia ante lo que representa el otro, y de forma activa cuando se manifiesta como condescendencia ante actitudes o comportamientos que consideramos inferiores. De hecho, la intolerancia es usada como excusa para manifestar cuán tolerantes somos, para de esta forma auto-posicionarnos en un nivel moral más elevado y que nuestra supuesta tolerancia juzgue la intolerancia del otro, convirtiéndonos automáticamente en unos intolerantes de manual, puesto que no aceptamos que el otro carezca de esa virtud que nosotros afortunadamente sí poseemos.

En términos de educación, la tolerancia pasiva es vista como enemiga puesto que se traduce en una cierta indiferencia, e incluso apatía, ante la recepción y asimilación de nuevos conocimientos, algo que por otra parte imposibilita en gran medida el propio proceso educativo y por tanto malogra el fin último de la educación o al menos no deja que se desarrolle en todo su esplendor. Por otra parte, la tolerancia activa obliga a cuestionar, rebatir y refutar no solo al educador, sino también al propio educando; se produce un cuestionamiento intrínseco de lo que no se sabe o hasta qué punto se sabe algo. Es por ello que la intolerancia ante el propio desconocimiento pone en funcionamiento todos los mecanismos necesarios para la adquisición de ese conocimiento.

A un nivel menos jerárquico y abstracto la tolerancia activa obliga al educando a tomar en serio al que se sienta a su lado y abrir así la posibilidad de refutarle, o simplemente de ejercer su libertad ablativa ante una agresión, algo que acaba por norma general con una ruptura automática en el proceso de dialogo y por tanto también del clima de respeto en el aula, que es por norma general una muestra más de intolerancia, si lo consideremos fruto de la más absoluta indiferencia hacia las ideas del otro. Por lo tanto no existe la tolerancia como virtud educativa dentro del marco democrático, puesto que esta acaba de forma irremediable en intolerancia; al igual que la tolerancia del educador o del educando, así como la actitud tolerante de ambos ante el propio objeto del aprendizaje, son en esencia muestras de una intolerancia manifiesta ante los principios y fines de la propia educación. 

 

martes, 6 de octubre de 2020

FLAMENCO VS COPLA // ANÁLISIS CRÍTICO DEL PROGRAMA Nº12 DE "EL CAFÉ DE SILVERIO: LA COPLA"

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En primer lugar, debemos advertir que cualquier paralelismo entre el flamenco y la copla es en este programa algo anecdótico. No se realiza salvo algún ligero apunte, carente insistimos de fundamento y basado en el gusto personal del locutor (algo a lo que ya nos tiene acostumbrados), ningún análisis concreto y razonado del motivo por el que un espacio radiofónico dedicado al flamenco cede su lugar a nuestra querida copla.

Es (una vez más) una oportunidad perdida para desgranar un tema de importante calado histórico, sociológico y filosófico. Preguntas como ¿Qué tienen en común (si es que lo tienen) el flamenco y la copla?, ¿por qué ambas músicas compartieron escena en una época determinada? o ¿por qué se produjo una separación irreconciliable entre amabas? quedan sin formularse. Y se mire por donde se mire, el asunto tiene miga. De hecho nos atrevemos a decir, que es ahí es donde se destilan gran parte de los complejos, prejuicios, mitos y confusiones que han parasitado al flamenco, y que aún continúan haciéndolo. Vayamos parte por parte analizando los puntos fundamentales sobre los que se desarrolla el programa.

 

¿La Copla denostada?

En su introducción el locutor ya sentencia que la copla es considerada casposa y franquista. De nuevo vuelve a caer en un tópico, que si bien tiene parte de realidad, merece al menos una razonada matización. En primer lugar podemos decir que esta afirmación dice más de su posición como aficionado flamenco que como oyente de copla. Esta sentencia no va dirigida en realidad hacia el concepto que tiene la sociedad de la copla, sino más bien al sentimiento que tiene el grosso de la población hacia las formas que recuerdan al flamenco. En estos tiempos posmodernos que corren y que inician su andadura en torno a los años 70, la copla nunca ha sido denostada y su imagen apenas se ha visto perjudicada. Quizás si ha sido relegada a un sector minoritario, pero lo cañí siempre ha tenido su lugar, aunque sea con el decoro del silencio.

No se consume pero tampoco se ataca y por norma general, es considerada como algo digno de respeto y ha gozado además de conocimiento popular. No ha tenido sin embargo esa misma suerte el flamenco: ignorado, desconocido y revulsivo para muchos como símbolo de la más absoluta miseria de posguerra. Mientras la copla es fastuosa y excesiva el flamenco es pueblerino y paupérrimo. La copla es de ricos y blancos; el flamenco de pobres y gitanos. No hay más que tirar de archivos televisivos, por ejemplo, para darnos cuenta de que la copla ha sido la gran respetada de la música española. El respeto unánime y el peso de figuras tan mediáticas como Lola Flores, Rocío Jurado o Isabel Pantoja, dan buena cuenta de ello y demuestran la enorme diferencia con respecto a la presencia del flamenco en los medios nacionales de difusión. La copla, usando términos posmodernos, es desde su prisma más kitsch, vista como algo random y cool ya desde los albores de la sociedad progre y alternativa que comienza su andadura a mediados de los 70. De hecho la estética de la copla, su contenido lírico y su temperamento escénico es rápidamente abanderada por un sector de la música que pretendió ser transgresora, bastante relacionada además con la liberación homosexual, y que lejos de derribarla la uso como símbolo de la emancipación del antiguo régimen. Por otra parte, el propio flamenco toma de la copla como elementos prestados para intentar recuperar el glamour perdido y por supuesto como reclamo comercial; porque la copla siempre ha vendido mucho más que los cantes por seguiriya, y para llegar a cualquier verdad siempre hay que seguir el rastro del dinero.

Por lo tanto no comprendemos a que se debe esa falsa afirmación del locutor de que la copla es considerada cavernaria. De hecho es comúnmente aceptada hoy día por la posmodernidad como un producto vintage, absolutamente llamativo por la superficialidad que rezuma. Porque es, entre otras cosas, profundamente infantil y superflua. De hecho está concebida para serlo. Debemos entender que la copla es la materialización musical que nace fruto del deseo de ver sobre el escenario ardientes anhelos expresados con vehemencia, ante una sociedad constreñida en todo lo relacionado con la liberación de la carne. Sin embargo, la copla está diseñada para no escandalizar.

Las letras están camufladas de inocencia e ingenuidad ante el amor, aunque son bastante lúcidas y certeras cuando se trata de resolver pasiones violentas por la vía rápida. La copla es pasivo-agresiva en tanto en cuanto el oyente no alcanza nunca a comprender esa impertinencia constante del querer y no querer, del contigo pero sin ti o del "la maté porque era mía". Es pura tragicomedia que orbita de lo fatídico a lo absurdo con una facilidad pasmosa. Por otra parte, de la copla (a diferencia del flamenco) no se puede extraer ningún tipo de reflexión moral o enseñanza trascendente. Son historias llenas de fantasía, deseos, sentimentalismo e inmadurez.

Y en los casos contrarios resignación ante la vida, siempre que esté inducida, por un desengaño amoroso. Todo gira en torno al amor romántico y a la gestión irracional del mismo. Y es precisamente por ello por lo que la copla, en mayor o menor medida, siempre habla de nosotros mismos. Es el espejo de una parte muy concreta de la naturaleza humana en el que nos vemos reflejados a través de la irracionalidad de los sentimientos y los deseos pasionales, muy cercanos siempre a los impulsos sexuales que todos, en mayor o menor medida, acabamos experimentando en algún momento de nuestra vida.

 

¿Feminismo?

En varias ocasiones, locutor e invitada, aluden que la copla tiene un trasfondo feminista. Y cómo no sale a la palestra la Faraona; Lola Flores. Un torbellino de temperamento que aparece en el panorama musical español para revolucionarlo desde dentro y derribar los pilares arcaicos sobre los que nos sustentábamos. Y la verdad que no sabemos muy bien cómo, porque haciéndolo bien tampoco hizo nada que no se hubiera hecho ya antes y mejor dentro de la copla, más allá del desparpajo del que hacía gala dentro y fuera del escenario. Pero todos hemos repetido hasta la saciedad que ella vino con el arte y como él arte era suyo poco más se puede hacer o decir al respecto.

Este sinsentido (como tantos otros) contra el que nadie se rebela cobra en este programa una nueva dimensión: Lola Flores fue, de forma innata y sin ella saberlo, un símbolo feminista. No sabemos muy bien por dónde empezar para demostrar lo irrisorio de tal afirmación, pero que a lo largo de toda su vida hiciera gala de lo gitana que era (cuando no lo era en absoluto) no sabemos muy bien en qué punto deja a la figura de la mujer. Para la sociedad posmoderna la mujer gitana no solo está oprimida por el patriarcado, sino que además lo es de una forma asumida. También podemos decir que la obsesión de la Flores por las moras de la morería no parece aparentemente una posición de empoderamiento femenino. Debe pasar un poco como con Frida Kahlo, una mujer evidentemente machista que ha sido tomada por el snobismo europeo como un icono de la lucha contra la supremacía del hombre o como un símbolo de la liberación femenina. Tengamos en cuenta que se retrató desnuda y sin depilar en muchas ocasiones. Qué más se puede pedir.

Confundimos actitud con aptitud. La falta de análisis crítico y razonado es por norma general la culpable de este tipo de creencias. Los modos tienden a obnubilarnos y la repetición sistemática de ciertas afirmaciones funciona a lo largo del tiempo como un lavado de cerebro que anula cualquier capacidad de cuestionamiento. Dejando de lado la particularidad de Lola Flores y yéndonos a la generalidad del papel de la mujer dentro de la copla, nos damos cuenta de que en primer lugar la actitud de supremacía femenina lo es única y exclusivamente en lo referente al dominio amoroso del hombre. Y si por un momento nos olvidamos de que todo es una pose y una fantasía, y asumimos que pudiera (que no lo hay) existir un mensaje subliminal, podemos concretar aún más y decir que lo que se deduce es en realidad una actitud de soberbia fruto del orgullo herido ante el dolor o desengaño amoroso producido por el hombre. ¿Cómo se puede por tanto afirmar que una mujer que rabia de celos y jura y perjura no volver a caer en los brazos viles del hombre que ama puede estar siquiera relacionado con el feminismo? Eso es algo más antiguo que el mundo y ya tiene un nombre: se llama despecho.

 

¿Qué sentimientos te produce a ti la Copla?

De nuevo el mal endémico de los sentimientos. La entrevistada se nos presenta como una entendida en copla, aunque no sabemos muy bien por qué. No nos explica nada interesante sobre el tema más allá de decirnos lo mucho que le gusta; o que por ejemplo, se siente como en casa cuando escucha copla. Los gustos deberían estar supeditados a un segundo plano, sin embargo parece que en este formato de programa es lo principal y más importante. Hablar de lo que le gusta al conductor del programa que por supuesto coincide siempre con los gustos de sus invitados.

No se posiciona en ningún momento en un plano crítico y neutral. Los únicos momentos en los que sí lo hace es en todo lo referente a la política, y es algo que además dirige la temática de muchos de sus programas: querer llevar el flamenco al terreno ideológico político. No entendemos por qué es necesario tanto comentario anti- lo que sea. Es un programa musical y sin embargo no puede evitar impregnarlo de su sentimiento político y además lo hace sin mayor fundamento, explicación o justificación.

Es un gran comunicador, con un manejo envidiable de la palabra, y es verdaderamente agradable escuchar su discurso que a menudo va de lo poético a lo descarnado, pasando por lo cómico, con una sorna y sarcasmo al que el oyente aficionado flamenco no está acostumbrado. Y es algo que se agradece en estos tiempos en los que nos tomamos esto del flamenco con tanta seriedad. Pero nos gustaría una mayor perspectiva crítica y sobretodo un mayor desapego ante los gustos y sentimientos de lo que se escucha; estar menos pendiente de aquello con lo que se está de acuerdo y aquello con lo que no. El flamenco necesita de voces ágiles y capaces como la suya, pero también necesita una fuerte crítica razonada.

 

¿Copla o canción popular?

El locutor y la invitada caen en el fatal error de confundir copla con canción tradicional o popular. Mezclan los recuerdos idílicos de la infancia y mencionan la práctica en comunidad de cantar copla. Esto es algo irreal y desde luego dramático en términos de entendimiento tanto de una música como de la otra. De hecho, es en este punto en el que podríamos hermanar el flamenco con la copla y de nuevo, una ocasión desperdiciada.

Ambas son músicas genuinamente artísticas, dirigidas a ser interpretadas única y exclusivamente por artistas cualificados y capacitados para ello. No son músicas preparadas para ser ejecutadas por alguien no profesional, y de serlo el resultado es por norma general mediocre y totalmente prescindible. El folclore es una cosa, y en él podemos incluir la música tradicional, pero la canción andaluza es otra. Son obras de autor escritas y compuestas por y para figuras excepcionales y brillantes capaces de llevarlas a buen puerto con su voz. Con el flamenco ocurre exactamente lo mismo: cualquier derivación que se de a partir de la maestría artística de unos, se convierte en el folclorismo de otros. Y el flamenco ha sufrido esta degeneración. Relegar lo sublime a lo popular. La excelencia a lo vulgar.

 

¿Cuáles son las conclusiones?

De nuevo queremos insistir en la oportunidad perdida de este programa para poner en su sitio aquello de lo que trata. Y en este capítulo no podemos decir siquiera que se haya hablado de copla. Porque esta música, al igual que el flamenco, es un fenómeno artístico digno de ser tratado con al menos un mayor compromiso, rigor histórico-documental y sobretodo, actitud crítica. Es una lástima ver como un espacio tan cuidado en la producción, tan pulcro en sus formas lingüísticas y con temas tan interesantes, se ve enturbiado por una actitud conformista y sentimental. Un portal hacia los gustos personales del que lo conduce, aunque carente por lo general de contenido sustancial y falto desde luego de conclusiones con las que abrir nuevas vías para el entendimiento de esta música, que es la nuestra.


ACTIVIDAD 14: WAREHOUSED (ALMACENADOS). 2015

"Se disfruta pero no trasciende. Logra mantenernos atentos a la transformación de sus personajes y no saldrás de la sala pensando en qu...