- "El riesgo de convertirla en teatro filmado era algo en lo que se podía caer fácilmente y de hecho hay algunos momentos en que así se siente. Pero su valor radica en la espléndida dirección de Zagha y el trabajo de los dos actores protagonistas: José Carlos Ruiz (...) y Hoze Meléndez."Lucero Solórzano: Diario Excélsior
Flamenco, Arte, Educación y Materialismo Filosófico
"No se puede dialogar con quien no sabe razonar" - Jesús G. Maestro
lunes, 26 de octubre de 2020
ACTIVIDAD 14: WAREHOUSED (ALMACENADOS). 2015
ACTIVIDAD 13: LA INVESTIGACIÓN FORMATIVA Y SU APLICACIÓN A LA MÚSICA
Es una investigación cuyo objetivo principal es la adquisición o demostración de conocimientos por parte de un estudiante en un contexto de formación académica determinado. Son las investigaciones que hacemos para trabajos escolares, tesis o tesinas. Esta modalidad no pretende producir conocimientos nuevos, puesto que su función es formativa y evaluativa. Tampoco es evaluada por la comunidad científica sino por la institución en que es presentada (la facultad o escuela donde realizamos los estudios) y a partir de sus propios criterios. Este tipo de investigación no es necesariamente pública, ya que su principal objetivo es la formación de su autor. Sin embargo, muchas instituciones publican en la red algunas de sus mejores tesis y trabajos finales de carrera.
Como señalamos anteriormente, para que una curiosidad, duda o pregunta se convierta en un verdadero problema de investigación, hay que formalizarlo: es necesario leer lo que se ha escrito sobre el problema, hay que usar terminología y conceptos técnicos y teóricos e incluso hay que realizar pesquisas sobre el terreno antes de comenzar a proponer problemas de investigación formales. En otras palabras, hay que realizar una investigación previa para adquirir el conocimiento necesario para construir preguntas de investigación formales. A este trabajo previo le llamamos investigación organizativo-preliminar.
Por ejemplo, supongamos que nos interesa investigar los procedimientos de fusión entre el flamenco y el jazz en un determinado estilo, grupo o artista. ¿Seguro que nadie ha investigado nada sobre ello? Y para comenzar a formular preguntas de investigación solventes ¿no deberíamos antes leer sobre historia del flamenco y el jazz, reseñas de discos recientes, escuchar muchos discos e incluso realizar alguna entrevista?
Este tipo de investigación consiste principalmente en el rastreo de material bibliográfico sobre un tema. No produce conocimiento, sino que hace accesibles recursos de información para la investigación científica. Suele formar parte de fases previas de la pesquisa, aunque en ocasiones puede ser un fin sí misma. En nuestro ejemplo, coincidiría con la búsqueda de libros, artículos académicos, criticas, artículos generales sobre la fusión entre jazz y flamenco. Comprendería además la recopilación y estudio de grabaciones de video, audio, programes de tv, entrevistas, etc.
Dr. Rubén López Cano - Metodología de la investigación del Flamenco, ESMUC (2014)
ACTIVIDAD 11: SOBRE EL CONCEPTO DE PARTICIPACIÓN EN EL AULA
Sobre el concepto de participación en clase, entendido como un privilegio heredado del sistema democrático sobre el que se sustenta el propio sistema educativo, debemos apuntar que este ha tomado un cariz más semejante al funcionamiento de las redes sociales que a un ejercicio responsable del derecho de expresión humana.
Opinar. De eso se trata siempre que nos referimos a participación como un hecho extraordinario dentro del aula, puesto que damos por hecho que la participación mínima que se requiere en cualquier proceso de enseñanza aquí se sobreentiende. El educador pregunta y el educando responde. Este hecho no es diferencial ni extraordinario; es más, se considera lo más básico del aprendizaje. El profesor enseña (participa) y el alumno aprende (participa del aprendizaje y participa en la demostración de lo aprendido con exámenes, por ejemplo). Todo aprendizaje es en sí mismo una participación en tanto en cuanto lo consideramos como un ejercicio de racionalismo; una acción en si misma. Es más, lo que podemos considerar como la mayor de las pasividades, la mera escucha, es también en cierta manera una forma de participación. La consciencia de estar escuchando algo es un ejercicio de participación de la realidad escuchada.
Por lo tanto cuando en el ámbito de la educación nos referimos al concepto de participación, estamos en realidad refiriéndonos a un grado, no a una cualidad. Es más bien una calidad e incluso una cantidad. "Más participación del alumnado mejor desarrollo del proceso educativo". Y volvemos a referirnos al ejercicio de opinar como un "valor" y casi como una obligación. El alumno debe participar con su opinión, manifestar que está de acuerdo o no con el profesor; participar de la gestión de su propia educación. Tomar parte de todo lo que ocurre dentro del ámbito académico a pesar de que la escuela sea en si misma una imposición. Todo por el pueblo pero sin el pueblo es lo que encierra el fomento de la participación por parte del profesorado. Pero ¿de que participación estamos hablando? ¿De una participación controlada y delimitada? ¿Un espejismo de capacidad de decisión que da al alumno una falsa sensación de estar siendo parte activa del sistema educativo?
Es un engaño manifiesto. El sistema impone qué se enseña y cómo se enseña. La estructuración y jerarquización del sistema educativo no es algo aleatorio, y pretender cambiar o compartir los roles del profesor y del alumno, como si este último tuviera tanta decisión como el primero. Y desde luego la participación no es una opción excesivamente relevante. Es más bien un señuelo de madurez que se entrega al niño o adolescente para que este se sienta grande y poderoso. El poder (bien sea verdadero, simbólico o falso) es algo ciertamente estimulante. Y quizás así se es más eficiente dentro de eso que llamamos educación secundaria obligatoria. Porque ¿no es la obligación un rotundo ejercicio de participación?
domingo, 25 de octubre de 2020
ACTIVIDAD 9: SOBRE LOS PROBLEMAS DE LA DEFINICIÓN GRUPAL DEL CONCEPTO DE EDUCACIÓN
Como grupo se han planteado varios problemas a la hora de llegar a un consenso en lo que a definición de educación se refiere.
La más importante de estas discrepancias ha venido dada por la definición de valores. Para la mayoría de los miembros del grupo existen una serie de valores universales que han de ser contemplados, protegidos y garantizados por parte de la educación. Esta concepción religiosa del mundo no es compartida por un servidor, quien considera que los valores no pueden ser ni universales ni comunes a todos los individuos, puesto que son en realidad una conformación individual; una jerarquía que delimita el propio individuo desde su libertad genitiva.
Tampoco se debe confundir derechos y valores. La libertad, por ejemplo, es un derecho inherente al ser humano, no un valor que ha de ser garantizado; para ello ya existe un conjunto de leyes encargadas de tal empresa. Ocurre lo mismo con la igualdad o la diversidad; no son valores, sino más bien categorizaciones particulares que no son buenas o malas por sí mismas, sino que deben estar enmarcadas dentro de un sistema ético y moral que las justifique como buenas o malas.
También surge cierta discrepancia con el mal entendido concepto de tolerancia, que es tomado como un valor virtuoso y no como un concepto carente de sentido, totalmente contradictorio, que encierra en si mismo la mayor de las intolerancias: se tolera únicamente aquello que no tiene para nosotros excesiva relevancia o aquello que no se considera lo suficientemente importante como para que llegue a alterar o modificar los patrones conceptuales que rigen y condicionan nuestra propia experiencia vital. Solo toleramos a aquel a quien no consideramos como rival intelectual, porque en el fondo ni siquiera lo respetamos como individuo competente capaz de transformar nuestro sistema de pensamiento.
La creación de un ideario de valores "universales" supone la anulación misma de la libertad que tiene un individuo para delimitar cual es el valor propio de su individualidad.
ACTIVIDAD 8: SOBRE LOS DEBERES COMO ACCIÓN EDUCATIVA
Los deberes dentro del marco del sistema educativo son actividades propuestas desde el educador hacia el educando con el propósito de que este último adquiera y aplique una serie de conocimientos y procedimientos específicos que la comunidad científica y educativa consideran básicos y necesarios para el dominio teórico-práctico de un determinado área del saber humano.
Este proceso se lleva a cabo en primer lugar a través de una propuesta consciente por parte del educador, basada en la exigencia profesional y en un criterio responsable, y en segundo lugar por parte del educando, a través de unos mecanismos racionales que se han de llevar a cabo mediante el trabajo individual y autónomo dentro del ámbito privado.
Los deberes suponen por tanto un compromiso ético y
profesional por parte del profesor y son un reto intelectual asumible por parte
del alumno, a fin de que este desarrolle ciertas capacidades humanas necesarias,
no solo para el futuro desarrollo profesional, sino también para el crecimiento
personal dentro de la vida en sociedad.
miércoles, 14 de octubre de 2020
ACTIVIDAD 5: SOBRE LOS PELIGROS DE LA TOLERANCIA
La tolerancia es en sí mismo un concepto carente
de sentido, y solo puede cobrar algo de significado cuando es atravesado o envuelto
por otras ideas, como la de intolerancia, que es de hecho la más importante de
todas ellas. Por lo tanto
podemos definir la tolerancia como la intolerancia de la intolerancia; dicho de
otra forma, la tolerancia es en esencia la negación de la intolerancia. Para
entender esta paradoja algo mejor, podemos establecer una similitud con la
equivalencia algebraica de – x – = +, o con la tan conocida construcción
sintáctica “los amigos de mis enemigos son mis enemigos”.
La tolerancia no es en ningún
caso una virtud en sí misma, al igual que ocurre con otros conceptos como el de
sinceridad, solidaridad o coherencia. De hecho, ninguno de ellos posee un valor
universal capaz de funcionar en abstracto; más bien son funciones que deben
concretarse según ciertos parámetros éticos y morales bastante bien delineados
dentro de la sociedad en la que operan. La solidaridad de Robin Hood era loable
sólo para aquellos que se beneficiaban de ella; la violencia de una banda
terrorista no tiene para la sociedad ningún sentido o justificación, pese a que
la coherencia ideológica sea el valor más elevado de tal empresa. Con la
sinceridad ocurre lo mismo; ser sincero es una virtud únicamente en función de
aquello sobre lo que nos sinceramos y preferiblemente si tenemos en cuenta ante
quien nos sinceramos. De lo contrario nuestra estimada sinceridad puede llegar
a ser bastante dañina para la persona hacia la que va dirigida y como
consecuencia puede convertirse en una importante fuente de conflicto social.
Volviendo al concepto de
tolerancia, podemos decir que su función es aleo-relativa y no reflexiva, es
decir, no se da con uno mismo sino con respecto a algo o alguien extrínseco. Todo
va a depender de qué o a quién toleremos. De esta forma estimamos como algo
virtuoso el ser tolerante con el tolerante, pero consideramos deleznable
adquirir una postura tolerante con el que es intolerante. Además, la tolerancia
necesita de cierta anticipación, e incluso del conocimiento de que ciertos
comportamientos pueden provocar una situación que no ha de ser tolerada. Es la
tolerancia por tanto un estado permanente de alerta hacia la manifestación de
ciertos rasgos de intolerancia y por lo tanto ni siquiera la tolerancia se
tiene como objeto así misma, porque su centro referencial vuelve a ser de nuevo
la intolerancia.
Así pues la tolerancia como arma
contra el mal supone un nuevo conflicto filosófico, y aquí nos vemos obligados
a hacer referencia a la tesis Santo Tomás, y decir que el mal puede ser un bien
en función de otros males. Dicho de otra forma, un mal puede ser considerado
bueno entre otros males si es en esencia el menor de todos ellos; es lo que
denominamos comúnmente como un “mal menor”. La tolerancia es por tanto la
posibilidad de retirar la influencia causal y maligna que alguien tiene sobre
mí o la capacidad de frenar al otro para así evitar un mal mayor.
Por todo ello podemos afirmar que
la tolerancia resulta del conflicto de intolerancias y que es además un
concepto asimétrico en tanto en cuanto un individuo solo puede ser tolerante
con algo en la medida en que ese algo puede ser suprimido de su vida, es decir,
en función de lo prescindible que sea el propio objeto de tolerancia. De hecho,
si ese algo no se puede suprimir, no hay lugar para la tolerancia puesto que no
hay alternativa posible. Es por ello que para Goethe la tolerancia es sinónimo
de agravio, ya que no puedo tolerar cuando no tengo posibilidad o capacidad de
exigir lo contrario. De esta forma, podemos decir que la idea de tolerancia no
surge como una virtud (como se cree a partir del XIX), sino más bien como el
resultado casi mecánico de resistencias ante la opresión de la intolerancia.
La tolerancia tiene además una
función aleo-relativa y no reflexiva; no se da con uno mismo sino con respecto
a otros, es decir, entre dos o más agentes operatorios. Es por ello que en un
plano institucional nos referimos al sentido de tolerancia dentro del marco social
que delimita un estado confesional como el nuestro. La iglesia católica, por
ejemplo, es la religión oficial y sin embargo se tolera el culto de otras
religiones. La tolerancia no es por tanto opcional ya que el propio estado
garantiza la libertad de credo y por ende la práctica de costumbres asociadas a
él. Por lo tanto la intolerancia hacia el que profesa otra religión es
insustancial e innecesaria en tanto en cuanto esta se diluye dentro del marco
legal de nuestro sistema democrático que la autoriza.
En un plano más individual la
tolerancia se manifiesta de forma pasiva como la indiferencia ante lo que
representa el otro, y de forma activa cuando se manifiesta como condescendencia
ante actitudes o comportamientos que consideramos inferiores. De hecho, la
intolerancia es usada como excusa para manifestar cuán tolerantes somos, para
de esta forma auto-posicionarnos en un nivel moral más elevado y que nuestra
supuesta tolerancia juzgue la intolerancia del otro, convirtiéndonos
automáticamente en unos intolerantes de manual, puesto que no aceptamos que el
otro carezca de esa virtud que nosotros afortunadamente sí poseemos.
En términos de educación, la
tolerancia pasiva es vista como enemiga puesto que se traduce en una cierta indiferencia,
e incluso apatía, ante la recepción y asimilación de nuevos conocimientos, algo
que por otra parte imposibilita en gran medida el propio proceso educativo y
por tanto malogra el fin último de la educación o al menos no deja que se
desarrolle en todo su esplendor. Por otra parte, la tolerancia activa obliga a cuestionar,
rebatir y refutar no solo al educador, sino también al propio educando; se
produce un cuestionamiento intrínseco de lo que no se sabe o hasta qué punto se
sabe algo. Es por ello que la intolerancia ante el propio desconocimiento pone
en funcionamiento todos los mecanismos necesarios para la adquisición de ese conocimiento.
A un nivel menos jerárquico y abstracto
la tolerancia activa obliga al educando a tomar en serio al que se sienta a su
lado y abrir así la posibilidad de refutarle, o simplemente de ejercer su
libertad ablativa ante una agresión, algo que acaba por norma general con una
ruptura automática en el proceso de dialogo y por tanto también del clima de
respeto en el aula, que es por norma general una muestra más de intolerancia,
si lo consideremos fruto de la más absoluta indiferencia hacia las ideas del
otro. Por lo tanto no existe la tolerancia como virtud educativa dentro del
marco democrático, puesto que esta acaba de forma irremediable en intolerancia;
al igual que la tolerancia del educador o del educando, así como la actitud
tolerante de ambos ante el propio objeto del aprendizaje, son en esencia muestras
de una intolerancia manifiesta ante los principios y fines de la propia
educación.
martes, 6 de octubre de 2020
FLAMENCO VS COPLA // ANÁLISIS CRÍTICO DEL PROGRAMA Nº12 DE "EL CAFÉ DE SILVERIO: LA COPLA"
En primer lugar, debemos advertir que cualquier paralelismo entre el flamenco y la copla es en este programa algo anecdótico. No se
realiza salvo algún ligero apunte, carente insistimos de fundamento y basado en el gusto
personal del locutor (algo a lo que ya nos tiene acostumbrados), ningún análisis concreto y
razonado del motivo por el que un espacio radiofónico dedicado al flamenco
cede su lugar a nuestra querida copla.
Es (una vez más) una oportunidad perdida para desgranar un
tema de importante calado histórico, sociológico y filosófico. Preguntas como
¿Qué tienen en común (si es que lo tienen) el flamenco y la copla?, ¿por qué
ambas músicas compartieron escena en una época determinada? o ¿por qué se
produjo una separación irreconciliable entre amabas? quedan sin formularse. Y
se mire por donde se mire, el asunto tiene miga. De hecho nos atrevemos a
decir, que es ahí es donde se destilan gran parte de los complejos, prejuicios,
mitos y confusiones que han parasitado al flamenco, y que aún continúan
haciéndolo. Vayamos parte por parte analizando los puntos fundamentales sobre
los que se desarrolla el programa.
¿La Copla denostada?
En su introducción el locutor ya sentencia que la copla es
considerada casposa y franquista. De nuevo vuelve a caer en un tópico, que si
bien tiene parte de realidad, merece al menos una razonada matización. En
primer lugar podemos decir que esta afirmación dice más de su posición como
aficionado flamenco que como oyente de copla. Esta sentencia no va dirigida en realidad
hacia el concepto que tiene la sociedad de la copla, sino más bien al
sentimiento que tiene el grosso de la
población hacia las formas que recuerdan al flamenco. En estos tiempos posmodernos
que corren y que inician su andadura en torno a los años 70, la copla nunca ha sido
denostada y su imagen apenas se ha visto perjudicada. Quizás si ha sido
relegada a un sector minoritario, pero lo cañí siempre ha tenido su lugar,
aunque sea con el decoro del silencio.
No se consume pero tampoco se ataca y por norma general, es
considerada como algo digno de respeto y ha gozado además de conocimiento
popular. No ha tenido sin embargo esa misma suerte el flamenco: ignorado,
desconocido y revulsivo para muchos como símbolo de la más absoluta miseria de
posguerra. Mientras la copla es fastuosa y excesiva el flamenco es pueblerino y
paupérrimo. La copla es de ricos y blancos; el flamenco de pobres y gitanos. No
hay más que tirar de archivos televisivos, por ejemplo, para darnos cuenta de
que la copla ha sido la gran respetada de la música española. El respeto unánime
y el peso de figuras tan mediáticas como Lola Flores, Rocío Jurado o Isabel
Pantoja, dan buena cuenta de ello y demuestran la enorme diferencia con
respecto a la presencia del flamenco en los medios nacionales de difusión. La copla,
usando términos posmodernos, es desde su prisma más kitsch, vista como algo random y cool ya desde los albores de la sociedad progre y alternativa que comienza
su andadura a mediados de los 70. De hecho la estética de la copla, su
contenido lírico y su temperamento escénico es rápidamente abanderada por un
sector de la música que pretendió ser transgresora, bastante relacionada además
con la liberación homosexual, y que lejos de derribarla la uso como símbolo de
la emancipación del antiguo régimen. Por otra parte, el propio flamenco toma de
la copla como elementos prestados para intentar recuperar el glamour perdido y
por supuesto como reclamo comercial; porque la copla siempre ha vendido mucho
más que los cantes por seguiriya, y para llegar a cualquier verdad siempre hay
que seguir el rastro del dinero.
Por lo tanto no comprendemos a que se debe esa falsa afirmación del locutor de que la copla es considerada cavernaria. De hecho es comúnmente aceptada hoy día por la posmodernidad como un producto vintage, absolutamente llamativo por la superficialidad que rezuma. Porque es, entre otras cosas, profundamente infantil y superflua. De hecho está concebida para serlo. Debemos entender que la copla es la materialización musical que nace fruto del deseo de ver sobre el escenario ardientes anhelos expresados con vehemencia, ante una sociedad constreñida en todo lo relacionado con la liberación de la carne. Sin embargo, la copla está diseñada para no escandalizar.
Las letras están camufladas de inocencia e ingenuidad ante
el amor, aunque son bastante lúcidas y certeras cuando se trata de resolver
pasiones violentas por la vía rápida. La copla es pasivo-agresiva en tanto en
cuanto el oyente no alcanza nunca a comprender esa impertinencia constante del
querer y no querer, del contigo pero sin ti o del "la maté porque era mía". Es
pura tragicomedia que orbita de lo fatídico a lo absurdo con una facilidad
pasmosa. Por otra parte, de la copla (a diferencia del flamenco) no se puede
extraer ningún tipo de reflexión moral o enseñanza trascendente. Son historias
llenas de fantasía, deseos, sentimentalismo e inmadurez.
Y en los casos contrarios resignación ante la vida, siempre
que esté inducida, por un desengaño amoroso. Todo gira en torno al amor
romántico y a la gestión irracional del mismo. Y es precisamente por ello por
lo que la copla, en mayor o menor medida, siempre habla de nosotros mismos. Es
el espejo de una parte muy concreta de la naturaleza humana en el que nos vemos
reflejados a través de la irracionalidad de los sentimientos y los deseos pasionales,
muy cercanos siempre a los impulsos sexuales que todos, en mayor o menor
medida, acabamos experimentando en algún momento de nuestra vida.
¿Feminismo?
En varias ocasiones, locutor e invitada, aluden que la copla
tiene un trasfondo feminista. Y cómo no sale a la palestra la Faraona; Lola
Flores. Un torbellino de temperamento que aparece en el panorama musical
español para revolucionarlo desde dentro y derribar los pilares arcaicos sobre los
que nos sustentábamos. Y la verdad que no sabemos muy bien cómo, porque
haciéndolo bien tampoco hizo nada que no se hubiera hecho ya antes y mejor
dentro de la copla, más allá del desparpajo del que hacía gala dentro y fuera
del escenario. Pero todos hemos repetido hasta la saciedad que ella vino con el
arte y como él arte era suyo poco más se puede hacer o decir al respecto.
Este sinsentido (como tantos otros) contra el que nadie se rebela cobra en este programa una nueva dimensión: Lola Flores fue, de forma innata y sin ella saberlo, un símbolo feminista. No sabemos muy bien por dónde empezar para demostrar lo irrisorio de tal afirmación, pero que a lo largo de toda su vida hiciera gala de lo gitana que era (cuando no lo era en absoluto) no sabemos muy bien en qué punto deja a la figura de la mujer. Para la sociedad posmoderna la mujer gitana no solo está oprimida por el patriarcado, sino que además lo es de una forma asumida. También podemos decir que la obsesión de la Flores por las moras de la morería no parece aparentemente una posición de empoderamiento femenino. Debe pasar un poco como con Frida Kahlo, una mujer evidentemente machista que ha sido tomada por el snobismo europeo como un icono de la lucha contra la supremacía del hombre o como un símbolo de la liberación femenina. Tengamos en cuenta que se retrató desnuda y sin depilar en muchas ocasiones. Qué más se puede pedir.
Confundimos actitud con aptitud. La falta de análisis
crítico y razonado es por norma general la culpable de este tipo de creencias.
Los modos tienden a obnubilarnos y la repetición sistemática de ciertas
afirmaciones funciona a lo largo del tiempo como un lavado de cerebro que anula
cualquier capacidad de cuestionamiento. Dejando de lado la particularidad de
Lola Flores y yéndonos a la generalidad del papel de la mujer dentro de la
copla, nos damos cuenta de que en primer lugar la actitud de supremacía
femenina lo es única y exclusivamente en lo referente al dominio amoroso del
hombre. Y si por un momento nos olvidamos de que todo es una pose y una
fantasía, y asumimos que pudiera (que no lo hay) existir un mensaje subliminal,
podemos concretar aún más y decir que lo que se deduce es en realidad una
actitud de soberbia fruto del orgullo herido ante el dolor o desengaño amoroso
producido por el hombre. ¿Cómo se puede por tanto afirmar que una mujer que
rabia de celos y jura y perjura no volver a caer en los brazos viles del hombre
que ama puede estar siquiera relacionado con el feminismo? Eso es algo más antiguo
que el mundo y ya tiene un nombre: se llama despecho.
¿Qué sentimientos te produce a ti la Copla?
De nuevo el mal endémico de los sentimientos. La entrevistada
se nos presenta como una entendida en copla, aunque no sabemos muy bien por
qué. No nos explica nada interesante sobre el tema más allá de decirnos lo
mucho que le gusta; o que por ejemplo, se siente como en casa cuando escucha
copla. Los gustos deberían estar supeditados a un segundo plano, sin embargo
parece que en este formato de programa es lo principal y más importante. Hablar
de lo que le gusta al conductor del programa que por supuesto coincide siempre
con los gustos de sus invitados.
No se posiciona en ningún momento en un plano crítico y neutral.
Los únicos momentos en los que sí lo hace es en todo lo referente a la
política, y es algo que además dirige la temática de muchos de sus programas:
querer llevar el flamenco al terreno ideológico político. No entendemos por qué
es necesario tanto comentario anti- lo que sea. Es un programa musical y sin
embargo no puede evitar impregnarlo de su sentimiento político y además lo hace
sin mayor fundamento, explicación o justificación.
Es un gran comunicador, con un manejo envidiable de la palabra, y es verdaderamente agradable escuchar su discurso que a menudo va de lo poético a lo descarnado, pasando por lo cómico, con una sorna y sarcasmo al que el oyente aficionado flamenco no está acostumbrado. Y es algo que se agradece en estos tiempos en los que nos tomamos esto del flamenco con tanta seriedad. Pero nos gustaría una mayor perspectiva crítica y sobretodo un mayor desapego ante los gustos y sentimientos de lo que se escucha; estar menos pendiente de aquello con lo que se está de acuerdo y aquello con lo que no. El flamenco necesita de voces ágiles y capaces como la suya, pero también necesita una fuerte crítica razonada.
¿Copla o canción popular?
El locutor y la invitada caen en el fatal error de confundir copla con canción tradicional o popular. Mezclan los recuerdos idílicos de la infancia y mencionan la práctica en comunidad de cantar copla. Esto es algo irreal y desde luego dramático en términos de entendimiento tanto de una música como de la otra. De hecho, es en este punto en el que podríamos hermanar el flamenco con la copla y de nuevo, una ocasión desperdiciada.
Ambas son músicas genuinamente artísticas, dirigidas a ser
interpretadas única y exclusivamente por artistas cualificados y capacitados
para ello. No son músicas preparadas para ser ejecutadas por alguien no
profesional, y de serlo el resultado es por norma general mediocre y totalmente
prescindible. El folclore es una cosa, y en él podemos incluir la música
tradicional, pero la canción andaluza es otra. Son obras de autor escritas y
compuestas por y para figuras excepcionales y brillantes capaces de llevarlas a
buen puerto con su voz. Con el flamenco ocurre exactamente lo mismo: cualquier
derivación que se de a partir de la maestría artística de unos, se convierte en
el folclorismo de otros. Y el flamenco ha sufrido esta degeneración. Relegar lo
sublime a lo popular. La excelencia a lo vulgar.
¿Cuáles son las conclusiones?
De nuevo queremos insistir en la oportunidad perdida de este
programa para poner en su sitio aquello de lo que trata. Y en este capítulo no
podemos decir siquiera que se haya hablado de copla. Porque esta música, al
igual que el flamenco, es un fenómeno artístico digno de ser tratado con al
menos un mayor compromiso, rigor histórico-documental y sobretodo, actitud crítica.
Es una lástima ver como un espacio tan cuidado en la producción, tan pulcro en
sus formas lingüísticas y con temas tan interesantes, se ve enturbiado por una
actitud conformista y sentimental. Un portal hacia los gustos personales del
que lo conduce, aunque carente por lo general de contenido sustancial y falto
desde luego de conclusiones con las que abrir nuevas vías para el entendimiento
de esta música, que es la nuestra.
ACTIVIDAD 14: WAREHOUSED (ALMACENADOS). 2015
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