Sobre el concepto de participación en clase, entendido como un privilegio heredado del sistema democrático sobre el que se sustenta el propio sistema educativo, debemos apuntar que este ha tomado un cariz más semejante al funcionamiento de las redes sociales que a un ejercicio responsable del derecho de expresión humana.
Opinar. De eso se trata siempre que nos referimos a participación como un hecho extraordinario dentro del aula, puesto que damos por hecho que la participación mínima que se requiere en cualquier proceso de enseñanza aquí se sobreentiende. El educador pregunta y el educando responde. Este hecho no es diferencial ni extraordinario; es más, se considera lo más básico del aprendizaje. El profesor enseña (participa) y el alumno aprende (participa del aprendizaje y participa en la demostración de lo aprendido con exámenes, por ejemplo). Todo aprendizaje es en sí mismo una participación en tanto en cuanto lo consideramos como un ejercicio de racionalismo; una acción en si misma. Es más, lo que podemos considerar como la mayor de las pasividades, la mera escucha, es también en cierta manera una forma de participación. La consciencia de estar escuchando algo es un ejercicio de participación de la realidad escuchada.
Por lo tanto cuando en el ámbito de la educación nos referimos al concepto de participación, estamos en realidad refiriéndonos a un grado, no a una cualidad. Es más bien una calidad e incluso una cantidad. "Más participación del alumnado mejor desarrollo del proceso educativo". Y volvemos a referirnos al ejercicio de opinar como un "valor" y casi como una obligación. El alumno debe participar con su opinión, manifestar que está de acuerdo o no con el profesor; participar de la gestión de su propia educación. Tomar parte de todo lo que ocurre dentro del ámbito académico a pesar de que la escuela sea en si misma una imposición. Todo por el pueblo pero sin el pueblo es lo que encierra el fomento de la participación por parte del profesorado. Pero ¿de que participación estamos hablando? ¿De una participación controlada y delimitada? ¿Un espejismo de capacidad de decisión que da al alumno una falsa sensación de estar siendo parte activa del sistema educativo?
Es un engaño manifiesto. El sistema impone qué se enseña y cómo se enseña. La estructuración y jerarquización del sistema educativo no es algo aleatorio, y pretender cambiar o compartir los roles del profesor y del alumno, como si este último tuviera tanta decisión como el primero. Y desde luego la participación no es una opción excesivamente relevante. Es más bien un señuelo de madurez que se entrega al niño o adolescente para que este se sienta grande y poderoso. El poder (bien sea verdadero, simbólico o falso) es algo ciertamente estimulante. Y quizás así se es más eficiente dentro de eso que llamamos educación secundaria obligatoria. Porque ¿no es la obligación un rotundo ejercicio de participación?
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